sábado, 8 de enero de 2011

Hace tres días...

5 de enero de 2011, 19:10 horas
Llibreria Aqualata
Igualada, Barcelona

- Entonces, señor librero, ¿qué me recomienda? ¿Un libro de Coelho o uno de Bucay?
- Ññññññññññññññ.
- Y, en su opinión, ¿cuál es el libro sobre el Barça de mayor contenido literario y filosófico?
- Gggggggggggggg.
- ¿Y cuáles son los libros más vendidos? Es que solo leo los más vendidos, porque siempre son los mejores, ¿verdad?
- Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
- Y otra pregunta, ¿libros para niños de seis meses? Pero para que los lean solos y no molesten tenéis, ¿verdad?
- Qqqqqqqqqqqqq.
- Perdone, pero es que estamos cerrando, si puede ir acabando... es que queremos ir a ver a los reyes magos.
- Sí, claro, sí. Es que este chico tan majos me estaba ayudando, pero se le han puesto los ojos en blanco y la baba que chorrea y todo eso.
- Ahora lo reiniciamos.
- Bip, bip, bip.
- Ya está un Jorge librero reiniciado dispuesto a envolver sus compras de reyes de última hora.
- ¿Cómo lo quiere?
- A ver... me haces paquetes separados, pero éste y éste van juntos, y ésta también, pero con éste... ¿me puedes hacer tickets separados? Sí. ¿Y factura agrupada? No, ¿por qué? A ver, no ese papel no, tienes otro, ése...
ad nauseam.

Al final conseguí salir y me dirigí raudo y veloz a la esquina de Santa Caterina con Rambla Sant Ferran (delante del mercadillo hindú) donde había quedado con A., Niño Lobo, Niña Zombi y familia varia para ver el baño de multitud que cada año se suelen dar estos tres que viene de oriente cargados de regalo y a lomos de tres camellos (lo que es mentira porque camellos solo vi al Rastas, pero no iba a la cabalgata sino al local de unos colegas que, y según sus propias palabras, "tielsn loud lñizzz linonodro"). Lo que vi fue furgonetas, camiones y motos. Cuadrupedos rumiantes y gibosos que no el dan a la bebida, ni uno. Ah, y un montón de negros con pluma (que según un amigo es lo que hace la noche tan mágica y un paraiso en la tierra).


Llegué y encontré a A. Niño Lobo se encaramó como una cabra y acabó sentado en mi cuello mientras iba nervioseándose cada vez más y exigiendo de una vez por todas "que esos vengan ya". La espera se hizo larga y dolorosa (sobre todo en las cervicales), pero era lo que uno espera de la vigilia de reyes. Hasta que hizo su aparición una de las criaturas de la naturaleza más aborrecibles y aberrantes que uno se pueda encontrar. Un monstruo sin pasión ni compasión que hace llorar de dolor y vergüenza a la pelusilla mutada que Capitán Chistorra se saca por las mañanas del ombligo. Un proyecto de persona de la que rumorean que expulsaron de las SS por, y soy textual al informe que me encontré dentro de una ánfora fenicia, "pasarse un pasote con los pobres judios".  Un infraser que suele aparecer cuando se concentran más de tres personas en un mismo lugar esperando la misma cosa y que no conoce edad, ni raza, ni posición social, ni dios, patria, infancia o marca de compresas. ¿Quién? Vamos... todos sabéis de quién hablo... Sí, la abuela codos.


La abuela codos es ese tipo de persona que en las reuniones multitodinarias pone los brazos en jarras, los codos en ristre y acribilla espaldas bajeras y lumbares sin permiso, ni consideración, ni piedad. Establece un radio de un codo donde nadie puede entrar. En los codos tiene unos fuertes callos que aguijonean y destrozan carne y tendondes de sus víctimas haciendo sitio a su alrededor. Haciendo sitio... pero ¿para quién? Por si viene una amiga, por si su nieto aparece o porque me sale de la flor de chocho. El codo de la señora me tenía destrozado, pero conseguí zafarme en el último minuto, justo cuando estaba empezando a entrar en la carne y sentía mi sangre colándose por la regatera el culo. A. también se enfrentó a la abuela codos, pero al ser más expeditiva que yo, A., sencillamente, le apartó el codo y se la quedó mirando con caara de "¿A que te reviento a hostias?".

Y empezaron a llegar los pajes y los reyes repartiendo felicidad y arrojando con fuerza caramelos. Porque los cabrones nos tiraban caramelos emulando a aquellos señoritos que iban a caballo y tiraban monedas a sus campesinos. Pero estos pajes lo hacían a mala hostia. Una señora encantadora se llevo un caramelazo que le impactó en un ojo, se lo atravesó y reapareció por el otro lado de la cabeza dejando a su rastro hilos de sangre, cerebro y azucar. Otro paje cargó un cañon termonuclear y se dedicaba al conocido deporte de dar al niño en los hombros. Niño Lobo se llevó tres o cuatro directos a la cara, pero él es duro (a menos que se traten de perros pequeños) y aguantó con fuerza y seguridad los embites. Los caramelos volaban y se mezclaban y explotaban y comprendí lo que debió ser el desembarco de Normandia y sentir el horror y fragmentos duros que vuelan de un lado a otro.


Pero sobrevivimos. Un año más somos afortunados. La matanza del caramelo en Igualada es la forma que tiene la ciudad de controlar su población. Y nos fuímos a casa de mi hermana a ver si los pajes ya habían descargado el material y los niños tenían sus regalos. Que sí. Pero lo más emocionante de la noche fue que lo que de verdad quería Niño Lobo:

- Lo que de verdad quiero para reyes es ser un científico malvado como tú y conquistar el mundo para destruírlo y luego irme a un planeta lleno de chicas con las tetas gordas donde viviré.

Jo, si hasta me emocioné y todo.

2 comentarios:

A dijo...

Reconoce que con niños estas fiestas ganan mucho. Si no te emocionó la cabalgata, la entrega de la carta a SS.MM, ni comerte doce lacasitos con las campanadas, sé que influir en las tiernas mentes de los niños te conmueve. Como tener un discípulo en tu conquista del mundo. O oir a Niño Lobo decirle al paje: -Quiero un huevo de cracken o de cathulhín, una espada de luz láser de verdad para cortar brazos y cabezas por la calle. O ver a niña zombie con el tutú encima de los tejanos, tacones, la tiara de princesa, el micro y la guitarra eléctrica, cantandole al dimoni-escuat.
Tú has disfrutado, yo me replanteo que clase de madre soy por permitir esto.
Pero te queremos Coque!

Jacin dijo...

Yo la verdad no entiendo por qué los reyes negros son tan negros como el carbón ni cómo esperan que los niños pregunten por qué todos llevan guantes negros...