jueves, 12 de enero de 2012

Mis doradas manzanas del sol


No llego a los extremos de Rachel  Bloom en su adoración a la obra de Ray Bradbury, pero sí que la lectura de Las doradas manzanas del sol ha resultado satisfactoria, agradable y perturbadora. 

La edición que tengo. 
Comprada hace años en un mercadillo de segunda por un euro.
Con evidentes pruebas de que en algún momento alguien le volcó un líquido por encima. 

No es uno de mis cuentistas favoritos, pero se acerca. Prefiero a Chejov, Flannery O'Connor, Bioy Casares, Stevenson, Roa Bastos y algunos etcéteras más o el puñetazo mandibular de uno de los mejores libros del año pasado, Knockemstiff). Pero la lectura de cualquier libro de relatos o de alguna de las novelas de Bradbury provoca en mí una reacción que otros autores que más aprecio, no consiguen: la envidia. Y la posibilidad.

Porque Ray Bradbury tiene en ese volumen algunos cuentos que me hubiera gustado escribir a mí. Más aún, si no fuera tan vago podría escribirlos. ¿Por ejemplo? "La sirena", ""La fruta en el tazón del fondo", "Bordado", "El ruido de un trueno", "Las doradas manzanas del sol" o "La bruja de abril". Envidia por los abiertamente fantásticos, los que calado poético o de género más que los de calado social. No es que sean malos cuentos, pero nunca me han convencido los mensajes evidentes. Pero la sutileza de "El ruido de un trueno" o la recreación de "El corazón delator" que hace en "La fruta en el tazón del fondo" hacen que me descubra odiando al señor Bradbury por quitarme cuentos que podrían haber sido míos.

Con este autor (y con Matheson, también) me ocurre lo mismo que a un amigo con El protegido de M Night Shyamalan. La consideraba muy buena, pero existía un poso de rabia porque era una historia que con el poso de los años y las lecturas podría habérsele ocurrido a él por compartir tono y obsesiones. "Se me avanzó sin darme la posibilidad de madurar hasta conseguirla".

Creo que ahora lo único que queda es luchar por escribir todos esos cuentos que aún no se le ha ocurrido al señor Bradbury y hacerlos míos. Por escribir y por joder. Para que sepa lo que se siente.

2 comentarios:

Bellota dijo...

Me parece bien siempre que sea por joder, no por construir. Faltaría mas!

Jorge dijo...

¿Construir? ¡Venga ya! ¡Pero ya has visto en que he país he nacido! Sigo la tradición patria.