miércoles, 12 de febrero de 2014

13 añitos de Club de Jazz

Hoy este blog está de cumpleaños. ¡Bieeeen! Pero, ¿el de la bitacora, el del editor, el de la musa del año, el de los invitados especiales que aparecen cuando nadie los quiere
- Hola.
- ¿Qué tal?
- Bueeenas.
- ¿Qué passsa?
- ¡Vuelo, vuelo!
Nada de eso. Tal día como hoy hace trece años el buen amigo de este blog Carlos Pérez Cruz empezó la aventura de editar El club de jazz, un programa centrado en la infinita riqueza del jazz actual. Un proyecto demencial. Trece años después sigue en la brecha, combatiendo, peleando por una música a la que ha dedicado su vida, vibrando con lo que descubre y compartiéndolo con el mundo, con independencia, buen criterio, humor y, pese a lo cursi que pueda sonar, mucho amor.


Además, es el editor de ese excelente blog que es Carlos Crece, sin dudarlo uno de mis blogs favoritos y uno de los pocos que considero imprescindibles, sigo de forma asidua y cuya voz sosegada, algo rabiosa, combativa, inconformista, independiente y en lucha con ese concepto tan peligroso de verdad absoluta sirve de complemento a mi voz absurda.

El aniversario de un programa que escucho de forma asidua, que me gusta mucho y me hace feliz me ha hecho reflexionar. Poco, que nadie se asuste. Resulta curioso como en las redes sociales o en los espacios que tenemos para opinar lo que queremos, solemos poner énfasis en la queja, en la crítica, en lo que no nos ha gustado, en lo molesto, etc., pero olvidamos hablar de aquello que nos llena, nos hace felices y nos hace ser y querer ser mejor persona. Me quejo mucho de los clientes, pero hablo poco de aquellos que me dan las gracias o dicen, pero qué majo que es este librero. Y El club de jazz es una de esas buenas cosas que hacen feliz y de las que no he hablado. Y resulta más indignante cuando este blog se ha escrito en mucha ocasiones al compás de las piezas que Carlos ponía en su programa y al calor de su voz, se han ideado cuentos, escritos algunos y detenido una palabra a mitad para acabar de capturar el final de una pieza o maravillarse en la evolución de una voz o un piano, o vivir esos momentos en los que se crea un peso en la boca del estómago por una música que toca algo del interior, que conmueve, transforma y sientes la necesidad de compartir.

Y es jazz, un género infinito, siempre evolucionando y cambiante, que me fascina desde que era un chavalín de siete años que una noche escuchó en la radio a alguien hablar de un señor llamado Charlie Parker y luego rompe la noche el sonido de un saxofón que suena libre y la vida de ese chaval y sus gustos musicales nunca irán al compás de amigos y compañeros. Un género que amo y con el que lo paso bien, disfruto, aplaudo y emociono, pero al que soy infiel y más en esta etapa tan poco musical de mi vida. El club de jazz me sirve de forma egoísta para seguir agarrado a un tipo de música que ha definido momentos importantes de mi vida y me recuerda por qué la adoro tanto.

Y esto lo hace un tipo desde su casa con, y utilizo sus palabras, "la misma mesa de sonido que compré entonces, con un micrófono que se me prestó y con un ordenador portatil muy normalito que lleva años (sí, años) dado sustos y avisos de defunción." Un tipo al que no conozco, con el que no he tenido una conversación, que no nos hemos invitado mutuamente en un bar, ni conocemos más de la vida del otro que lo que podamos insinuar en nuestros respectivos blogs. Pero un tipo que por esos extraños azares de las redes sociales, encuentro más cercano que muchas personas que veo cada día, que me divierte con sus avatares con teléfonos y susurradores en los conciertos, me conmueve y admira por su compromiso con nuestro día a día, su voz indignada e independiente, el amor por lo que cree y su punto de locura.

Sea como sea, mi pequeño homenaje. Feliz cumpleaños. Carlos, gracias.

1 comentario:

digg dijo...

Gracias por ponerlo por escrito. Muy de acuerdo Jorge.
Me ha gustado la idea de que el programa de Carlos tiñe el trabajo de los demás mientras se escucha. A mí me pasa lo mismo. Las cosas aparentemente pequeñas se ramifican de forma insospechada, te influyen y te ponen sobre la pista de nuevas cosas.

El club de jazz.. calidad amigos!

Felicidades y por muchos años!!